domingo, 23 de noviembre de 2008

CUENTOS PSICOACTIVOS PRESENTAN HOY:

“Historias de un longi culiao”

Por Mathias González Soto.-


Lo recuerdo bien, eran como las diez de la noche, estábamos en la plaza, junto a la Marce, el weastanciao, la “patraña” y él. Se llamaba Max, pero tenía varios seudónimos muy guenos; Tanga o Tanguita eran los más recurridos, por lo que tempranamente quedo como el “Tanguita”.

Al alero de un cañito, se integró al grupo, y bajo aquella nube de humo psicoactivo, comenzaron sus psicotrópicos relatos. Si, las más inéditas y fantásticas historias que a un ser humano pueden sucederle, los mil y un oficios que había realizado el Tanguita, lo llevaban a ser un personaje muy querido y popular. Era algo esquizofrénico, un tanto mitómano, escasamente bipolar y algo frustrado. Elegantemente el Tanguita se manda unas buenas fumadas de caño y comienza a relatarnos sus asombrosas, sabrosas y más increíbles anécdotas del mundo. Eran ya, las tantas de la madrugada cuando entrada la historia, no se, numero mil, algo sucedió. El Tanguita comenzó a cambiar de personalidad, se sintió ahogado se paró, se fue y jamás lo hemos vuelto a ver. Nadie de nosotros hemos tenido noticia alguna de él, lo ultimo que supimos, fue que su amor platónico lo había re-pateado y que estaba trabajando como vendedor de huevos, pero en su trabajo tampoco sabían nada. Organizamos una masiva campaña para rescatar al Tanguita, pero fue en vano, sus relatos se extinguieron junto con aquella noche. Aún recuerdo varios de aquellos cuentos, llenos de locura, de alcohol, mujeres y drogas, el Tanguita y sus fascinantes “Historias de un longi Culiao”. Así se refería a todos nosotros, a todos ellos y a todo el mundo.

Bueno, estábamos en aquella plaza, la Marce nos invitó a compartir un cañito, la “patraña” tenia un ron. Así pasábamos las frías noches de invierno en nuestra población, bajo el mismo frondoso, querido y milenario árbol, ahí cobijándonos de la lluvia, ahí divagábamos nuestra juventud, fue ahí cuando escuchamos la última serie de eventos en los que participó el don creador y mitológico que tenía el Tanguita. Gracias a aquel cañito, cuando nos juntamos, rememoramos cada una de aquellas historias. Ahora nuevamente reunidos, ya con unos añitos más, podemos recordar y para eso estamos acá, para rememorar aquellas historias que nos hacían llorar de la risa, unas fumadas de caño, más aquellos cuentos y reíamos hasta morir, literalmente, a veces quedábamos tan cansados después de un ataque de risa, que solo queríamos dormir…

Es la Marce, quien más lo conocía, es más, creo que fue ella quien lo integró a la familia o al grupo, fue ella quien comenzó rememorando la primera historia de este longi culiao, la historia del macetero aquel…si, el macetero de la casa del Manuel….


Y así nos lo relató “el Tanguita”,
Primera historia de “un longi culiao”



“Estábamos en tercero medio, y nos aprontábamos a celebrar aquellos carretes clandestinos de la época. Estábamos en dictadura, por lo que todo debía hacerse de manera clandestina. Avisamos a los precisos, con una cuota pecuniaria para asegurar el suministro de copete. Faltaba que alguien prestara la casa para la “reunión”. En estas situaciones es difícil que alguien lo haga, pues se arriesga a una confusión política y eso si que es grave. Teníamos un candidato, el Manuel. Sus papas estaban escondidos por ser perseguidos políticos de la población. El papa, dirigente sindical pro derechos laborales, con activa participación en el proceso emancipador, ella, la mama profesora e ideóloga política de los valores comunistas, por esta razón vivían en la casi clandestinidad, era la casa ideal. El Manuel vivía con su abuelita, la Chelita, muy adorable y tierna, nos apoyaba siempre, fuere cual fuere la causa.

Avisamos al “Canitró”, al “Chito”, al “Harry”, al “Soplao” y al “Popo”, éramos un grupo muy unido, cada uno de estos personajes era seco pal’ copete y lo que
viniera. El soplao era esencialmente gueno pa’ los pitos, se fumaba hasta los dedos. El Popo, se fumaba como treinta cigarros al día, era el arquero del club de la pobla y jugaba con un par de cigarros por partido. El loco Harry y el Chito, eran los guiñas pa’ las pepas; Debutales, anfetas, tonariles, alcalciles, cristales, cualquier pastilla la mezclaban con alcohol y quedaban haciendo puras weas, de una calaña insólita. El loco Harry, era más acelerado, tal vez esquizofrénico en sus letanías.

Aquel día, cuando salíamos del colegio, nos disponíamos a preparar el carrete, conocidos como “los malones”. Eran casi las cuatro de la tarde cuando nos juntamos, con el loco Harry, para ayudarle al Manuel a preparar la casa y dejarla listita para el gran evento. Lo primero que hicimos fue barrer la futura pista de baile, es decir, el patio. Cuando regábamos antes de la primera barrida, para evitar que saliera tanto polvo, el loco Harry, sin vacilar me ofrece unas pequeñas incandescencias de colores fugitivos y soñadores, de forma elíptica y ovalada, coloridas y transparentes…

-Que wea son estas pastillas- pregunté-


-Tómatelas no más, unos copetes, unas fumas y ahí vai a ver…

Entonces las tomé…seguí siendo el mismo, pero solo unos minutos..

Cuando la barrida estaba casi lista, siento el primer indicio de lo que sería una locura de aquellas, recuerdo claramente unos enormes deseos de defecar, o mas cotidianamente, de cagar. Rápidamente me encierro en el cuarto del desahogo, cuando todo marchaba bien, una inesperada volá me llevó al límite de locura. Recuerdo claramente enormes deseos de vomitarlo todo, estaba camino a una monumental pálida. Rápida, pero sigilosamente me muevo en dirección baño, la suerte me acompaña, esta desocupado. Entré y me mandé la cagá más bacan de mi vida…Tronadora, desgarradora, carnal, efusiva, expresiva, en fin, la cagué. La pálida me llegó en ese indispuesto lugar, ahora mas encima estaba caga’o y con pálida, con enormes deseos de vomitar y morirme, alucinaba weas, le hablaba a una toalla para que buscara ayuda, y le pedía que no me delatara, jajaj, estaba mas loco que la cresta. Rogaba y rogaba a la toalla que me sacara de ese lugar, hediondo y confuso, estaba con una sensación de frió y calor, transpiraba en frió, a ratos, tercianas, estaba pa’ la cagá.


-Weon…que te pasó?- El chito había entrado al baño_
-Weon…la toalla me rescato…
-Estai pa’ la cagá…haber.- Metió la mano en su bolsillo y me hizo tragar una pastilla tipo capsula transparente, parecía blanca, solo recuerdo que la tragué y recé para no morirme…creo que le decían cristales o cristalinas…algo así.

-Con esta wea vai’ a quedar eléctrico…-me advirtió-
-Vale hermano, necesito un recuperón…recién habíamos barrido. Pal’ mambo faltaba mucho tiempo…y los segundo en pálida, no pasaban nunca.

Ya de vuelta, incorporado en las labores previas a la organización del evento, seguía de algún modo volando bajo, no podía controlar los desgastadores efectos de la combinación de todas las weas que había ingerido, cuando aun eran solo las cinco y media, y el primer citado era para las ocho. Tenía un desagradable gusto a trago en la boca, y mi piel estaba a mil, necesitaba calmarme de algún modo, pues así, no llegaría a la inauguración del malón. Entonces, llegó lo que faltaba. El “Soplao”, con sus infaltables empanadas de marihuana, aquellos paquetes que cuando eran pequeños eran de hoja de algún periódico capitalino, pero en aquella oportunidad lo recuerdo bien, era una empanada envuelta con un papel para volantines, un pliego, no lo se, pero calculo fácil unos ochenta pitos, si, por lo menos eran ochenta, mas los cinco que ya se había fumado este weon, y los cinco que había dejado en su casa para cuando volviese. El soplao tenía las tremendas plantas, fumaba todo el año.

-Que es lo que pasha…- preguntó mi gran amigo el “Soplao”-
-Me siento medio pa’ la cagaita…
-No hay nada mejor que un cañito, pa’ lo que UD. Tiene compadrito….-me sugirió sutil y certeramente.
-Hermano, estoy pa’ la caga, esa wea me hará mas mal, no cree???
-Como se le ocurre, póngale no mas…

Y así me pasó un pito gigante, lo prendí, le pegué unas cuantas fumadas y me desplomé, caí al suelo sin saber nada de nada, sin sentir dolor o recuerdo alguno, en una fracción de algún frágil segundo, desperté al son de las risas y molestias porque se me había apagado la tele. Y eso que aun no llegaban las invitadas, las cabras más ricas de la escuela y de la pobla. Como no evocar a la “Dorita”, dios la bendiga…

Cuando desperté el mambo ya había comenzado. La chica Rosa bailaba con el soplao muy pegaditos, como siameses tratando de separase o algo así, no duraron mucho ahí….luego nadie más los vio. Recuerdo, sonaba un tema de deep purple, y todos los cabros arriba de la pelota, junto con la Patraña y su inseparable ron. El Loco Harry tomaba y tomaba y se mantenía erguido, palmo a palmo con el Canitró, filtro humano, sin lugar a dudas, el cristiano mas gueno pal’ copete que he conocido…se la pitió. El Popo va cigarro y mas cigarro, y entre uno de esos cigarros, el Chito le manda una pastilla pa’ dentro. El Popo se lo agradeció, porque quería algún día probar las pepas, pero no se atrevía, entonces ahora, ya estaba hecho.

Popo…sírvete un copetito po’ weon…
-Demás….pasa pa’ca un roncito….
-Póngale…salud….

Y así, fue como vimos al Popo de pie por ultima vez. El Chito le había convidado un pepa media depresiva, una de las famosas Ravotriles. Estas, mas unas dosis de copete eran letales, no en el sentido literal de la palabra, sino mas bien figurado.

Popo empezó bailando eufóricamente unos temas medio onda disco, pero solo fue el comienzo, rápidamente comenzó a vociferar incoherencia a partir de las terribles alucinaciones que parecía tener. Fue justo ahí, cuando decía:” “weon…ahí viene mi hermano a buscalme”. Su difunto hermano se había aparecido entre tanta locura. Nosotros más locos que el Popo, solo nos reíamos y seguíamos tomando. El Popo se desploma en ese momento, y cuando ya no se movía, entramos a preocuparnos de su salud. Igualmente seguíamos en las nubes, cuando rotunda y abruptamente bajamos a tierra con una terrible pestilencia, fresca, calida, reciente, sublime para el Popo. El weon se estaba cagando dormido, no reaccionaba su conciencia, pero igualmente producía mucha mierda.

Las cabras que atinaron a ayudarlo, se veían muy divertidas, sus tergiversados rostros daban cuenta de su enorme sacrificio para ayudarlo, pues debían mamarse toda la hediondez de la mierda sublime del Popo, sin lugar a dudas, la mierda más hedionda del mega-universo, era una mezcolanza de claveles de cementerio con aceite de sopaipillas y bigotia’o de Mapocho, si, algo así….

Lo primero fue desvestirlo, para limpiarlo un poco, por el bien de él y el nuestro. A estas alturas el “bouquet” a mierda había impregnado cada uno de los rincones de la casa del Manuel. Una vez en pelota, procedimos a manguerearlo con agua fría no más, haber si así reaccionaba algo. Estaba bañado en mierda, fácil habrá cagado unos diez litros o kilos no lo sé, pero estaba reventado en mierda. El agua, poco a poco se llevaba la pestilencia, el Soplao apareció justo, con sus inciensos canabicos, prendió unos cuantos y automáticamente todo el ambiente se aromatizó. El Popo, una vez más limpio, lo vestimos con algunas pilchas del Manuel, y lo acostamos en la cama improvisada pero acogedora. De ahí en adelante, nos olvidamos de él.

Ya el mambo había recobrado su impronta, y estábamos en un punto álgido, todos, incluso las cabras, estábamos algo locos, ya las pepas y los copetes seguían haciendo estragos. Si hasta a la “Patraña” la veía con papas fritas…igual no más, en definitiva, estábamos todos pa la cagá.

La noche aquella estaba fría, como esperando por algo que la sacara de su letargo diario, mientras tanto nosotros solo nos reíamos. La Dorita, hizo su aparición angelical. Era una mujer madurita, colombiana, lúdica, sensual y precipitadamente indecente, erótica, lujuriosa. Dorita, hermosos labios extranjeros, rellenos de miel y coñac. Cuando la veo llegar, no solo se altera mi percepción, también todo mi sistema de reacciones químicas, pues sentí unas tremendas ganas de cagar. Los nervios me consumían con una familiaridad un tanto metafórica, insegura. Lo más inusual de todo era que el loco Harry cachó todo el rollo, vio en mi ser aquella inseguridad que me mataba. Sin pensarlo dos veces me ofreció la mejor solución para lo que me afectaba.

Mire compadre, estas son las “mister personaliti”, te tomai dos, mas un ron, y en diez minutos vai a estar recitándole weas….la dura compa!!!
De verdad…..- ya estaba arriba de la pelota, unas pepas mas unas menos…que le hace el agua al pez…
Y así, el loco Harry me dio dos pastillas más, las famosas “arosac”

Y sin vacilación y con extrema certeza, me las tome, total, la Dorita tenia que ser mía, de cualquier forma, y con unas pepitas, igual no más…

Me faltaba solamente el ron y los minutos pa’ que llegara la tan anhelada personalidad, mientras tanto imaginaba el orden de las posturas, que seguiría en mi repertorio de quejidos. En un abrir de ojos, ya estaba bailando con la Dorita. Yo era el único que la encontraba potable, mis demás amigos me decían que no le encontraban nada, por lo que no sentía amenaza alguna, y así detenidamente seducirla, amparado en la percepción alterada por toda la cantidad de weas que me tomé aquella noche.

Dorita…más tranquilita, con cuidadito pues…-inquirí extasiado-
Ya bebe, es que estas tan rico, estas paco….
Paco????
Si…paco’ merselo todo…..

Así hablaba la Dorita, de una manera muy vulgar, extremadamente soez, zafia, chabacana pero sensualmente perversa, y en solo un rato ya estábamos en un lugar oscurito, los dos solitos, haciéndonos cariñito. Aquella noche, estaba muy loco, ebrio, volao, duro, alucina’o, estaba pa’ la cagá. Y a esto le sumaba la sensación de comerme a la Dorita, vieja rica weon….la cagó…

Volvimos al carrete, todos estaban agarrando, no quedaba nadie solito, eso era lo que planeábamos siempre, pero no llevado al extremo como en aquella noche. Con la Dorita bailábamos muy juntitos. Yo esta entero loco, por lo que esa noche era mi princesa perversa. Nos besábamos con ahínco, y en ese momento yo sentía risas, todos nos miraban y se reían, tal vez de mi personalidad, bueno, nada me importaba….

AAAAAAAAAA…….Manuel, Manueeelllll…-gritó la abuelita del Manuel…
Manuel- volvió a gritar…

La música paro, y atinamos a correr a la pieza de la Chelita a ver que era lo que sucedía. Cuando llegamos la sorpresa nos dejo a todos locos, nadie podía creer el patético y decadente numerito que estábamos apreciando. El aweona’o del Popo, no se en que volá andaba, pero el weon estaba meando la cama donde dormía la Chelita, mas encima le meo toda la cabeza, tal vez si le hubiese meado los pies hubiera pasado piola….

Weon…..que estai haciendo….

El Manuel, como un destello de luz en fuga, salto desde el pasillo, y con una certera patá o patada, lo saco de la cama. El Popo no sabia nada, solo miraba el horizonte con un rostro que evidenciaba una ingesta desproporcionada de alcohol y de pastillas que nunca había probado. El Popo increpaba al loco Harry por las pastillas azules…

-Azules???? No que eran transparentes weon….
-Eh….si po’
-No me digai’ que le diste otras pepas po Harry….
-No pasha na’…
-La dura weon???...di la firme po weon….
-Puta si, me pidió algo pa ver weas…y le di argo….
-Pero weon….que tení en la cabeza…
-Shaaa, puras pepas…

El loco Harry le había dado otras pepas aparte de las cristales, creo que le dio unas “alcanciles”…uf, esas son cuaticas….

El popo había meado toda la cama, según el estaba meando detrás de árbol. Quien sabe en el planeta en que quedó. La Chelita lloraba anonadada, estaba toda mojada por la volá del Popo. El Manuel salto encima de este weon y le saco la cresta, el Popo solo atinaba a reírse, estaba pa’ la caga. La mezcolanza de depresivos, alucinógenos y estimulantes que tomó lo llevó al colapso.

Ya solo quedaba esperar que la Chelita se cambiara de ropa y de habitación. En unos momentos el Malón retomo su impronta. Cargado a la psicodelia adolescente, y a la libido alcoholizada. Eran ya las tantas de la madrugada, cuando bailábamos frenéticamente al compás de Pink Floyd y sus astronómicas armonías, momento preciso para que el soplao hiciera su aparición infernal. Justo cuando volábamos con “shine on you crazy diamond” el soplao hizo magia, si, todos teníamos un tremendo caño en las manos y al unísono lo prendimos para tragar bocanadas de humo esperanzador. A estas alturas lo único que quería era bajar de la pelota un poco. Me sentía hiperactivo y enormemente deseoso de poseer a la Dorita todo el rato. Gracias a las “arosac”, la Dorita no puso trabas a mis deseos insaciables, a cada rato nos perdíamos y tiramos en los lugares mas originales, un gallinero, el auto de la Chelita, en un closet y como si fuera poco, en el jardín interior de la casa, ahí, justo ahí, donde me encontré aquel famoso macetero.

Cuando ya quedaban las últimas botellas de licor, el loco Harry nos presenta su producto estrella. Según él, eran pa’ dormir como bebe. Lo único que queríamos a esa altura era dormir.

Ahora helmano….tomen…pa y pa y pa…..- el loco Harry era chorizo o flaite, como quieran llamarlo…
El Chito fue el primero en tomarlas, también el primero en irse….
Seguimos nosotros, la Dorita y yo tomamos varias, el Canitró fue el segundo en cagar. Luego la Dorita, la Patraña y así cayeron todos, menos el Manuel y yo. Eran ya las siete de la mañana, con Manuel conversábamos la ultima botella de Ron.
El soplao me dio unos caños….fumemos…-sugirió-
Weon, ya no me cabe nada más…excepto estas ultimas pepas pa dormir, el Harry dijo que eran guenas
No, compadre, yo paso, y así el Manuel cagó, se fue acostar, y así desapreció…

Al cabo de unos segundos comencé a vomitar como nunca, no paraba y me dolía mucho la garganta de tanto vomitar, pero mi cuerpo necesitaba expulsar la cantidad de pepas y pitos y copete y todas las weas que tomamos aquella noche. Yo venía saliendo de una pálida, creo que al ver a la Chelita toda meada por el weon del Popo, tal vez ahí bajé a tierra, ahora nuevamente estoy en pálida extrema, pero esta vez estoy solo. Ya había vomitado todo el patio y la wea no paraba. Mas encima llegaron las precipitadas e imprudentes ganas de cagar. Donde mierda cagó…me preguntaba a la par de mis vómitos y completamente loco. El baño estaba ocupado, parece que la Patraña esta en algo ahí, no lo recuerdo bien, solo corrí y corrí, buscando algún lugar, y seguía vomitando. De pronto, aparece ante mi, sublime y deseoso de ocuparlo, un WC de color café, muy amplio y hermosamente decorado con plantas muy lindas. Sin pensarlo dos veces me senté en el y comencé a sentir el verdadero placer de evacuar en condiciones extremas. Sentía como parte de mi interior se desgarraba y salía la maldad y la locura de mi. Solo me dejaba llevar por aquellos sonidos impíos y esperanzadores, sublimes estruendos de limpieza, y así me dormí…..placenteramente dormido.

Despierta weoooonnnn….y sentí un chorro de agua fría penetrando mi santuario de la intimidad, todo aquella placentera sensación de volar sin rumbo y sin prisa de dejar estar la mente en cualquier lugar, todo se derrumbó. De una manera bastante ruda me tiraban agua por todos lados, en alguna ocasión tragué algo de esa agua y tenia un gusto a y aroma a mierda increíble. Me costaba mucho volver en si, la locura era más intensa que aquel hostil chorro de agua. Cuando por fin logro percibir la realidad, pude contemplar los rostros de la mayoría de mis amigos. Extrañamente todos hacían gestos de asco, solo me producían risa, estaban todos locos, era muy divertido. A pesar de todo, logré aterrizar, si, cuando la vi, fue como un cable a tierra, ahí realmente quedé lucido cien por ciento, era lo mas crudo e inexplicable que mi mente podía pensar. Cuando percibí aquella cosa, no tenía nombre, era la Dorita, en realidad era cualquier wea. No sabía cómo había sido capaz de comerme semejante monstruo, quedé pa’ la cagá. La Dorita era una wea indescriptible, quería puro matarme, que vergüenza, con razón me hizo chupete la vieja, si quizá en cuanto tiempo no le hacían el favor.

Cuando ya había elaborado todo mi discurso justificador, siento un relato desgarrador. El Manuel me muestra aquel famoso WC café, ese mismo. Aquel desmesurado WC que había estado en mis sueños, pasó a ser la delirante realidad. Le había cagado el macetero de la palmera, y yo en la volá vi un WC decorado, muy lindo. El Manuel no podía creerla, toda su casa vomitada, la abuelita meada, y su jardín, con el macetero central….reventa’o en mierda.
Así el Manuel nunca más nos pescó. Se perdió y nadie sabe de él.